miércoles, 22 de junio de 2016

DE MAESTROS MEXICANOS OCTAVIO BARONA Y NANCY CÁRDENAS Por Waldemar Verdugo Fuentes. Conversaciones en México. RESCATE DE PAPEL VEGETAL El doctor Octavio Barona y la maestra Nancy Cárdenas me brindaron protectora calidez amistosa durante la década de 1980 cuando viví en México. Ambos se han devuelto a la distancia, vaya este rescate agradecido como testimonio de mi memoria (Waldemar V.F. Chile, 2016) (Fotos: Octavio Barona, Nancy Cárdenas con Waldemar Verdugo Fuentes) Escritos publicados en: -Entrevista “Señala el Doctor Octavio Barona”, Unomásuno, México D.F. 27, 28, 29, 30, 31 de diciembre de 1987, 2 y 3 de enero de 1988. -Entrevista “Un Filósofo Mexicano” en cadena editorial El Mexicano, entre el 2 y 9 de febrero de 1987. -Entrevista Revista Activa, Año XII N. 15 (Ed. Samra México, Intermex y Editorial América U.S.A. 15 de julio de 1987. -Ensayo "La alquimia secreta del yoga taoísta", en suplemento cultural Identidad de El Mexicano, 24 de enero de 1988. -Fragmento del libro LA ISLA DE LOS INMORTALES de W.V.F. Editorial Universidad Autónoma del Estado de México, Colección La Abeja en la Colmena N. 26, 1987. ISBN 978-956-353-391-0

ALQUIMIA TAOISTA

“La alquimia secreta del yoga taoísta", en suplemento cultural Identidad de El Mexicano, 24 de enero de 1988. El hombre es un conjunto de dos complejos estados que se caracterizan por ser inseparables: lo que se sueña y lo que se realiza. Existiría un punto intermedio que los contiene a ambos. Ese punto exacto de donde parten o adonde llegan el sueño y la realidad es el Yo. No ese Yo egoísta que piensan algunos intelectuales europeos o que proclaman ciertas escuelas estadounidenses. El Yo al que se refiere el taoísmo es el centro más íntimo e inevitable de cada alma, que algunos simbolizan con la figura de un hombre en el cielo con los brazos extendidos, apuntando con uno hacia la Tierra y con el otro hacia el infinito. Es el Yo común a todos nosotros, porque es igual en todos los hombres. Es Dios. Es el sentido. El taoísmo es completamente actual y vigente porque se refiere a una sola cosa: la inquebrantable metamorfosis del hombre, mutación que se basa en la unidad, que no es una unidad imaginaria, teórica; por el contrario, es la vida misma, métrica, opuesta, enfrentada, llena de todo siendo como la nada. Es esa facultad de renacimiento que anuncia en los cielos el Ave Fénix, también tallada en el Templo Mayor cuando viajaba desde Aztlán a la tierra de los tambores.

PROLOGO ENSAYOS TAOISTAS

El maestro Octavio Barona se graduó de médico cirujano en 1949 estudiando en la Universidad Nacional Autónoma de México. Paralelamente estudió Leyes, licenciándose en la misma UNAM. Luego vivió muchos años en China, cuatro de ellos en un lamasterio taoísta en el pueblo de Su-Cheu a un costado de los montes Altyn-Tag; después cruzó el desierto de Gobi hasta Urga, la legendaria ciudad de los Mongoles, donde residió y adquirió procedimientos curativos naturales y técnicas que tienen su columna vertebral en conceptos de reequilibrio energético integral del individuo. Regresó a México a mediados de la década de 1960 comenzando a servir como médico integral y a la investigación: es inventor de varias herramientas medicinales y pionero en la utilización de enzimas para la reconstitución de tejidos en el cuerpo humano. Nos dijo: “Para mí, todos cuentan. Nadie nace en un cuerpo equivocado, cada uno está en su propio cuerpo.” Su cálida amistad se aúna al honor que me hizo pidiéndome escribir el prólogo de una de sus obras señeras: “Ensayos Taoístas”, Editorial Horus México, 1984.

lunes, 20 de junio de 2016

SEÑALA EL DOCTOR OCTAVIO BARONA

-Entrevista “Señala el Doctor Octavio Barona”, Unomásuno, México D.F. 27, 28, 29, 30, 31 de diciembre de 1987, 2 y 3 de enero de 1988. (Fragmentos) -El auténtico cambio debe venir de dentro de uno mismo. Las crisis de nuestra existencia emergen únicamente de la mente del hombre, y son el producto de la cultura que vive. La comunicación auténtica del hombre con el hombre, implica esencialmente un intercambio que sólo es posible cuando se hacen las cosas conscientemente, con énfasis, sin casualidad, sin reservas y con amor, cuando dador y receptor dejan de existir como una dualidad, integrándose en una unidad. El doctor Octavio Barona dio muy pocas entrevistas en su vida: prefirió quedar en sus libros, publicando una docena de obras con sus ensayos científicos y tesis filosóficas, así como una novela, Los inestables, bajo el seudónimo Alberto X. Teruel, editada por Costa-Amic en 1968. Nos dijo: “El ideal es ser capaces de amar a una mujer o a un hombre; cualquiera, un ser humano, sin sentir miedo, restricción u obligación. Porque son obsoletas las leyes de que los polos opuestos se atraen y los polos iguales se repelen, porque esas leyes se rompen cuando se trata de amor.” -Se requiere vivir sin desvirtuar el oficio, que se debe realizar concentrado sin que desvirtúe la integridad de quien determina por sí mismo hacer algo, lo que quiere hacer, adónde quiere ir y cómo va a llegar allí. El hombre crece evolutivamente sólo en la medida en que coopera con los demás y con el universo, ayudándolo a mantenerse en evolución, ejerciendo el acto útil, con amor. La vida en armonía, por sí misma, se encarga de producir su propio crecimiento. Lo que el hombre hace ahora, dentro de los actos útiles, lo capacita más tarde para hacer mejores y más cosas. El crecer en el hombre sólo acontece en función de los demás, del mundo que nos rodea. Nos dice: -La ley básica del crecimiento personal es que sólo se crece en la medida que se da, y sólo cuando se da con amor, que sólo se puede crecer con el amor respetuoso a toda la naturaleza, nunca a través de demandas, exigencias o rigideces externas impuestas. La vida es el proceso de nuestro desarrollo interno no de la posesión ni de la adquisición de cosas externas, personas o situaciones. El amor es el resultado de nuestra conciencia de Ser. Por eso es importante que el hombre trabaje en la búsqueda de su propia autenticidad, entendiendo que la salud física, mental y emocional sólo se adquirirá en armonía a través del crecimiento efectivo, equilibrado, verdadero de nuestra conciencia. Debemos hacer a un lado toda idea inmóvil de las formas. Utilizando nuestra intuición, la máxima autoridad interna, tenemos acceso al conocimiento del cual se deriva la relación humana perfecta, como un medio precioso de intercambio existencial en donde ambas partes se enriquecen simultáneamente a través del aporte mutuo de valores requeridos.

LA MAESTRA NANCY CARDENAS

En 1987 del VIH-Sida solo el mundo sabía que se trataba de una enfermedad letal, cuyo primer informe oficial se publicó en 1981 sugiriendo como causa una disfunción inmunocelular desconocida contraída quizás por transmisión sexual. A consultar al doctor Barona llegaron los primeros afectados pidiendo su ayuda porque él había comenzado pioneramente a investigar el mal, que se convirtió de inmediato en objeto de atención de mentes preclaras como la maestra Nancy Cárdenas, doctora en Letras y maestra de arte dramático de la Universidad Nacional Autónoma de México y en Yale University, feminista y sexóloga pionera defensora de las minorías sexuales en México. Incisiva y desafiante, innovadora y precursora, me enseñó: “Hay que entender desde el amor al mundo que nos rodea. Aquí se trata de incluir no de excluir.” (Foto: Nancy Cárdenas y Waldemar Verdugo Fuentes recibiendo Premio Skyros en México, 1983)
La maestra Nancy Cárdenas me indicó entrevistar al doctor Barona centrando la conversación en lo que él había logrado deducir acerca del VIH-Sida, para ayudar a los primeros infectados carentes de toda información del mal que les aquejaba. Hablé con la editora colombiana Elvira Mendoza, que fue una de mis maestras, quien publicó la entrevista en revista Activa, de circulación continental entonces (Año XII N. 15, 15 de julio de 1987).Pionero, el doctor Barona dedujo que se podía seguir el avance del virus de Inmunodeficiencia humana en el infectado a través del recuento de linfocitos (CD4) y enfatizó en la necesidad de combatirlo, en principio, con una alimentación adecuada.

UN FILOSOFO MEXICANO

Escribí: “El Doctor Octavio Barona es una de las más eminentes autoridades que ha dado México en el campo internacional de la filosofía y la ciencia. Miembro de la Legión Mexicana de Honor y Presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios Humanísticos, es una de las más autorizadas voces del país en los ámbitos del pensamiento.” Nos dice el doctor Barona: -Sólo en la total libertad es cuando el hombre puede aportar orden auténtico al mundo. Una ley fundamental de la vida es el intercambio de valor por valor en el universo. Esta auténtica cooperación existencial, en forma equilibrada, amando al universo, hace la mente libre que sabe y entiende lo auténticamente justo de un intercambio de cooperación con sus congéneres y las cosas de la naturaleza. La verdadera libertad implica el estar libre del trastorno del pasado. Vivir en el hábito, en las costumbres, en el reflejo condicionado, produce insensibilidad, atrofia al hombre. La mente insensible no acepta nada nuevo, no progresa, no evoluciona. Así, lo más destructivo en nuestra civilización es seguir un patrón establecido e impuesto por otros, que no cubre las necesidades aquí y ahora. -¿Cuál es la manera de lograr una más sana comunicación con los demás? -Llevando una vida auténtica, de verdadera comunión del hombre con el hombre, con los grupos o entidades sociales que lo enmarcan, y con el universo que lo rodea; vivir una vida diaria en la existencia diaria de lo desconocido, enfrentándose a ella como un reto, a través de los impulsos auténticos emanados de nuestra conciencia libre, para poder aprender de estos eventos y sucesos y evolucionar. La mente libre es la única capacitada para seguir siempre aprendiendo. La vida es acción libre; vivir significa “actuar” espontáneamente sin un yugo férreo impuesto por patrones rígidos, pues, al final, todo cambia. El sentido vital de la existencia es el saber que se está aquí en la Tierra para ayudarnos los unos a los otros, dentro de una convivencia hermanable, afectuosa, evolutiva, manifestada dentro de nuestro más amplio sentido de cooperación. El hombre busca como meta la plenitud en todos sus campos, en su existencia terrena, pero sólo la acción feliz, creativa auténtica, emanada de nuestro interior es la única que puede darnos felicidad y satisfacción y transformar evolutivamente el mundo en que vivimos. La vida debe comprenderse como un juego de relaciones manifestándose en todas sus múltiples posibilidades. Sin embargo la superación evolutiva es un problema personal, que se debe reflejar en nuestra vida en sociedad, concentrado en lo que uno está haciendo, lo que se haga, hágase bien; dando atención y respeto a los requerimientos de la otra persona, y reconociendo adecuadamente lo que nos da el aporte valioso del mundo. -¿Cuál piensa que debe ser el más equilibrado incentivo para nuestras acciones? -Las metas que engendran nuestras acciones deben siempre servir a la vida, a nuestra vida evolutiva, a darnos felicidad y a colocarnos dentro del Camino de esta espiral ascendente que es el cosmos. Sometiendo lo más precioso que se tiene: nuestra vida, nuestro ser y aspiraciones. Lo que hace más atractivas las metas que buscamos es su perfil de beneficios, nuestro desafío mental de organizar, entendiendo que en la existencia no se trata de tener muchas metas, sino la forma como manifestamos al mundo lo poco o mucho que se tiene o lo que se ha logrado. Intercambiar valor por valor con libertad es auténticamente vivir. Afirma: -La gente que no se niega a la experiencia de vivir, acepta con gusto, tácitamente, todas las responsabilidades, cambios y mutaciones que esto trae consigo, tornándose elástica ante los eventos del mundo. Ser rígido es ser obsoleto ante el universo mutante, en que todo cambia, porque simplemente existe un curso natural de las cosas. Todo está en constante transformación, siempre habrá que enfrentarse a nuevas alternativas, responsabilidades e intercambios distintos a los que vivimos en el pasado, porque siempre es el único momento presente, en que la gente no se afecta por la forma como es el mundo, sino por la forma como lo ve y como lo interpreta. El hombre estático, rígido, de cultura repetitiva no resuelve nunca adecuadamente su sentido existencial, aquí, ahora, con los recursos del momento, y al contrario su inmovilidad acrecienta su situación adversa. No existen respuestas finales ni verdades fijas, todo es relativo y está sujeto al cambio. Las sociedades culturalmente rígidas, como la nuestra, ponen siempre en prioridad al grupo sobre el individuo y son lo menos flexibles para adaptarse a una realidad evolutiva. Cuando una sociedad se mantiene rígida ante una realidad cambiante se vuelve terriblemente nociva. La auténtica cultura sana es aquella que experimenta con el cambio, que acepta que todo lo vivo está sujeto a modificaciones. La fuerza del individuo proporciona la base principal para la estabilidad, cohesión y permanencia del grupo. Así la sociedad sana promueve la madurez y la evolución de sus miembros en el ejercicio de su libertad, porque el hombre menos libre es también menos evolucionado y menos sabio. Porque aún el hombre privado de su libertad por daños a los demás, debe tener libertad en la cárcel de practicar un oficio, de ejercer al menos la libertad de trabajar, para auto sostenerse y no ser una carga de todos. Al final que la importancia real y auténtica de una persona radica en sus diferencias y no en su similitud con los demás, porque siendo muchas las situaciones la forma de enfrentarlas es única. -En relación a nuestra realidad existencial, ¿cómo enfrentarnos a los cambios continuos que vivimos? -Debemos enfrentar la vida sin miedo, como dice nuestra amiga Guadalupe “Pita” Amor, debemos vivir “con pasión y sin compasión”. Hay que experimentar al mundo sin la presión de los hábitos, de las respuestas condicionadas y de los reflejos heredados. Siempre habrá nuevas posibilidades, en la medida en que decimos adiós a los patrones de conducta que no nos sirven, para encontrar otros mejores. Afirma que, “la verdad de la vida surge de nuestra propia experiencia, según vamos haciendo las cosas. La única forma universal de sobrevivir es sabiendo la forma adecuada de adaptarse a los cambios, transformaciones y mutaciones del universo. El hombre sabio hace aún las cosas más pequeñas en una forma grande y universal. Para el hombre que ha aprendido a vivir adaptándose a la vida, todas las cosas funcionan en último término a su favor.” Para el doctor Barona, “los valores primarios de la vida son la libertad, la individualidad y una conciencia regida por la razón”, en que expresa inmejorablemente su actitud ante la realidad, que podría caracterizarse como un sólido sentido común de un realismo abierto a todas las dimensiones de la existencia. Porque una actitud consciente regida por esa facultad superior que obra en nosotros, por ese principio que nos define (nos crea, nos afirma), que es la razón, es una actitud creyente en el hombre. Conocerlo, es aprender que si se busca con suficiente intensidad, necesariamente se acabará encontrando un maestro... aunque al final el maestro es quien encuentra al discípulo. RESCATE DE PAPEL VEGETAL -Entrevista “Un Filósofo Mexicano” en cadena editorial El Mexicano, entre el 2 y 9 de febrero de 1987.